Consumismo (femenino) estúpido... ¡¿?!

En la muy femenina revista “Ya!” del Mercurio, esa que viene los martes y tienen en las ultimas paginas unas tiras cómicas de Maitena (Muy buenas, debo agregar...), siempre vienen reportajes bien curiosos y otros tantos un poco demasiado “american”, en el sentido que vamos metiendole tontera con la sicología infantil y nos cuentan atroces historias de cabros de 15 que se suicidan porque nadie en la casa los oye.

Esta vez no quiero tratar este tema, pero en un futuro cercano tal vez, aunque no muy cercano tampoco. El tema que quiero tocar esta vez es el del consumismo. Consumismo femenino, mas concretamente. Sin embargo, esta vez no voy a abordar el tema directamente desde mi punto de vista. Dejare que sea otra persona quien haga lo que yo, sarcásticamente intento hacer día a día, sin muchos frutos tampoco. Pero bueno, uno es lo que es y hace lo que puede con lo que tiene. Esta vez, será la propia autora del articulo en cuestión quien nos lleve de paseo por la “Tipología de las compradoras”. Échense en sus mamíferas espaldas y lean. Puede que aprendan una cosa o dos, incluso de Uds. mismos. Enjoy.

Tipología a las compradoras, según Consuelo Aldunate

Comprar no es solo adquirir algo que nos hace falta. Para las mujeres, comprar es un arte. Un deporte. Una fuente de satisfacciones. ¿Hay algo que se sienta mejor que escuchar el tono medio envidioso que otras congéneres, que marca la clásica pregunta “donde lo compraste”? Ok, debe haber otras fuentes de satisfacción, pero ser reconocida como buena compradora es un anhelo de muchas. Nuestra relación con la bolsa llena, las boletas recién emitidas y el estreno de nuestras nuevas adquisiciones da para tratado psicológico. Ahora, haremos una revisión tipo zapping a nuestro genero y sus neurosis con las compras. La que este libre de pecado, que lance la primera piedra.

No hay caso. Basta con pasearse por un mall a cualquier hora del día para quedar convencida de que las mujeres somos mayoría en el mundo. Los pasillos de los templos del consumo están siempre poblados por una mayoría de mujeres. Y si bien estadísticamente somos mas, nuestra presencia roza la categoría de plaga en los malls. Nos gusta la compra. Desde chicas nos peleamos por llevar la bolsa. Es una de nuestras grandes habilidades: ser el departamento de adquisiciones de nuestra familia o el conglomerado del que somos parte. Nos encanta comprar. Pagar no es la parte favorita del proceso, pero nada es perfecto en esta vida. La sensación de una bolsa con algo nuevo adentro no se puede comparar.

Comprar, para nosotras, no se trata de salir a buscar algo que nos hace falta. Después de una tarde de shopping, muchas miran lo que llevan a la casa y se espantan. ¿Realmente necesito un peto con lentejuelas camufladas? No, no lo necesito, pero estaba en la percha de la tienda y al pasar por su lado, seguro me dijo “Mamá, llévame a la casa”. ¿Y como negarse a esa vocecita? Además, esta en rebaja. Y así, todo se justifica.

Reconozcámoslo: las compras son un vicio. Son la perdición. Pero también, comprar es un deber: somos las grandes responsables de la economía mundial. Si nos quitan las tarjetas, se frena el consumo, y se nos va a las pailas el circulo virtuoso de la economía. Compramos de puro patriotas. Para que Chile crezca. Pero ese merito nadie lo reconoce. Somos heroínas anónimas. En cambio, nos acusan de consumistas. Compramos hasta que la tarjeta esta sin cupo y nos desvelamos en la noche, recriminándonos, ordenando mensualmente las lucas, para ver cual tarjeta será la favorecida con el pago total de la deuda. Pero igual compramos. Y acá estamos todas las adictas al shopping, ordenadas por nuestras pequeñas neurosis de compra.

Mujer de alta competición:

Estamos frente a un espécimen escaso y envidiad por su inagotable poder adquisitivo, como por la referencia en la que se convierte. Nos da algo mas a que aspirar. Es una mujer que compra solo en tiendas caras, donde la conocen por su nombre, su talla, y el inagotable cupo de su tarjeta de crédito. Clienta favorita de boutiques selectas, es el sueño (secreto) de muchas. Habita mas que anda en sectores exclusivos, como Alonso de Córdova. Es el tipo de mujer que no pregunta cuanto vale. Las lucas no son temas.

Mujer de mall:

Esta fémina representa a la mayoría de nosotras. Cuenta con recursos limitados, pero posee en los huesos toda la disposición de hacer milagros con lo que cuenta en la billetera. La mujer de mall busca ofertas, liquidaciones, y cuando es llevada a su máxima expresión, puede vivir entre las paredes de un centro comercial sin ver la luz del día perfectamente mas de un día. El mall es su Meca: Peregrina a diario, lo conoce como la palma de su mano, y sabe donde comer, donde estacionarse y encontrar siempre una entrada cerca; llega sin preguntar al perchero que contiene los saldos; se preocupa de maximizar sus recursos. Puede que algo este siendo liquidado porque no se usara esta temporada, pero ella lo compra y lo guarda hasta que vuelva a estar in. Total, la moda es cíclica.

Deportista de la compra:

De alguna forma hay que mantener la línea dentro de ciertos limites, y nuestra deportista de la moda deja de lado el spinning, el baile, el personal trainer para unir en un solo acto dos de sus necesidades: el deporte y la compra. Puede que salga de su casa convencida de que no necesita nada, pero no puede vivir sin el entrenamiento de caminar horas y horas por las tiendas, viendo que más podría necesitar. Los pasillos de los malls son su gimnasio. Además, puede agregarle dificultades a su sesión de ejercicio. En vez de hacer cross country, baja al Patronato y suma adrenalina a la sesión, al afirmar con gesto adusto su cartera, para que nadie ose a arrebatarle lo que tiene.

Compradora compulsiva:

De las viciosas, es la mas consumida por su mal habito. La compra es su adicción y, por lo tanto, no discrimina a la hora de escoger que se lleva a la casa. Camina con gesto de pantera al acecho entre las perchas del lugar, y si algo le tinca, de un zarpazo lo descuelga y lo lleva a la caja. Compra sin mirar ni la talla, y cuando lo tienen en su closet, no sabe que estaba pensando exactamente cuando pasó la tarjeta. Después, cuando llega con sus trofeos a la casa, generalmente comprados bajo el trance de “sí esta en rebaja, entonces es un logro tenerlo”, e encuentra con que la continencia no es una de sus virtudes.

Mujer cliente frecuente:

Esta es una habitante de los malls que hace de las grandes tiendas sus parientes más cercanas. La mujer cliente frecuente se caracteriza, y puede ser diagnosticada rápidamente como tal, porque en la billetera tiene tarjetas de acumulación de puntos de todas las tiendas que emiten esos plásticos, y además cuenta con tarjetas de crédito de la mayoría de los establecimientos. Su idea de buen aprovechamiento de los recursos es comprar todas las ofertas que son exclusivas para el que tiene la tarjeta de esa casa comercial. Que importa que los intereses encarezcan todos, Ella siente que pertenece a algo cada vez que saca su tarjeta y la tratan por su nombre.

Complejo de personal shopper:

Muchas mujeres sueñan despiertas con que alguien les pague por comprar. Salir, satisfacer el ansia de compra que nos consume a todos, y después cobrar por el servicio. Y como no existen suficientes plazas de este trabajo ofreciendo recompensar por endeudarse, ella juega a comprar por plata. La mujer que aspira a ser personal shopper se pasea por las tiendas buscando algo que pueda gustarle al resto. “Esa corbata es justa para el gordo”; “ese banquito de plaza antiguo quedaría perfecto en el pato de mi mama”; “el color de esas cortinas es justo el que andaba buscando la Tita, así que mejor se lo compro y después le cobro”. No le importa que las cosas que llenan sus bolsas no sean para ella, lo importante es comprar.

Bulímica del shopping:

Ella sufre de ansiedad y no saber que hacer con su desesperación. Algo le falta, quiere controlar todo lo que la rodea y en vez de sentarse y darse un festín hípercalorico, opta por la compra. Ataca las perchas de las tiendas con la voracidad de una bulímica, y compra y compra y compra sin discriminar tallas, precios ni utilidades. Después que llega a la casa y ve que la ropa no es ni de su talla, debe volver a la tienda a devolver todo, con el dolor de su alma, pero con la ansiedad algo mas calmada.

Compradora emocional:

Comprar sirve para llenar ciertas carencias en la vida. No solo las materiales. A veces, la satisfacción de encontrar un par de zapatos de tu talla, siendo esta la más común de todas, de verdad llena el espíritu. Así como algunas se consuelas comiendo chocolates, otras calman su ansiedad con el fragante olor de la tinta de las boletas. ¿El jefe no le reconoce el merito en un proyecto nuevo? Vamos, aunque sea una libretita de 900 pesos de Casa &Ideas deja la cabeza mas despejada. ¿La suegra no encuentra que cocine bien? No importa: hay una liquidación de carteras en una gran tienda, No será cuero, no será exclusiva, pero seguro saca alguna mirada la próxima vez que me achoclone en el anden del metro.

La reina de la copia:

Los recursos son limitados y las necesidades son tantas. Y como hay algunas que hacen del ingenio su arma principal para lucha en igualdad de condiciones con las que tienen mas, nacen de esta manera las reinas de la copia. Es un trono que requiere dedicación, interés, bencina y buena disposición para pasar muchas horas arriba del auto paseando por Santiago. Si en el Bazar Emma de Alonso de Córdova hay una silla preciosa, nuestra reina recorre sin problemas tornerías de Avenida Matta, el galpón del mueble de San Diego, el persa del Parque de los Reyes, escarba en todo lugar en que exista la posibilidad remota de adquirir una pieza similar, pero con alguna rebaja significativa. Se las rebusca. Conoce outlets, tiendas de segunda selección, y todo lo paga en cómodos tres cheques, precio contado. Una potencial ministra de economía que nos metería en problemas por el cero respeto que le profesa al derecho de propiedad intelectual. Mientras sea digno de ser imitado, lo copia. Total, no hay mejor homenaje del pueblo que ser pirateado.

Bueno, aquí acaba la tracalada asombrosa de caca de caballo (Horse-shit, para que el pueblo entienda con su “spanglish” de cuarta categoría...) que se hace pasar por una especia de justificación burda para el extremo consumismo que las chilenas (y chilenos, a ratos, obvio...) profesan. Con razón dicen que Chile se esta convirtiendo en EE.UU. Es cosa de ver los ABSURDOS centros comerciales como el Parque Arauco y su “Boulevard” (Tres a uno que nadie sabe que esa palabra ni siquiera es inglesa, sino francesa...). Sin pecar de soberbia, no puedo sentirme en lo mas mínimo identificado con ninguna de las descripciones que la Sra. Aldunate explico en todo el reportaje. Creo, como nota parte, que la Sra. Aldunate debería empezar a buscar sinónimos de la palabra “inagotable” y “adquirir”. Admito con todo que si soy exquisito para algunas cosas, pero no considero, bajo ningún concepto, la extrema necesidad e importancia que le dan a las catedrales del consumo, los tan llamados “mall”. No sé Uds., mis muy queridos lectores, pero su servidor aquí presente siente una profunda decepción al ver como se pierde tanto tiempo precioso en esos lugares que no esta muy lejos de ser pecaminosos e inmorales.

Me despido. Cuídense y ahí se ven. –PEACE.

¡Sláinte!

P.D.: ¿Hagamos algo el sábado? Podriamos ir "al shopping", mierd*...

2 Comentario(s)!:

Paula hat gesagt…

Holas
Bueno, después de leer tan...alentador texto me atrevo a decir un apr de cosas:

1.- Voy al mall 3 veces al año: Cuando empeiza el invierno, cuando empieza el verano y cuando empeizan las clases.

2.- Cuando voy al mall y no es para esto es para ir al cine, a comer algo o a comprar algo estimado necesario

3.- Odio pasar horas y horas viendo un monón de pedazos de género cortados de distitas formas

4.- El Boulevard del parque arauco, que aunque no sepa como se escribe sí sabía que viene del francés es el mejor invento del mall ese, vamos, tiene un lugar para hacer pequeños eventos, comida y lo ma´s importante un Starbucks... auqnue debo decir que hay mucha gente y la vez que fui me sentí asqueada por la densidad de población de ese lugar

5.- Creo que los hombres y lasmujeres son igual de consumistas, solo que por alguna curiosa razón se ha orientado más el comercio hacia el lado de las muejeres, quizás pro la diversidad. Everyway, las weas que compran los hombres son más caras xD

5.- Soy consumista para otras cosas, tú eres consumista, el Papa es consumista, el único que quizás no era consumista es buda tralala

6.- Me ofendiste con esa entrada

xD
Saludos

Paula hat gesagt…

puta que estoy mal con la ortografía y la puntuación xD