Diciembre 22, Reykjavik, Islandia

Estoy perdido en algún lugar del Mar de Noruega, rogando para que pronto encuentre el Atlántico norte. Encontrare mi camino a tierra firme.

Había un hombre, rico en el mundo. Él dijo “He ahorrado mi dinero, así que ahora compraré cualquier cosa que podría necesitar, de modo que después no me faltara nada.” Sus intenciones parecían acertadas. Esa misma noche murió.

Hay una sequía en el interior de la mente humana, y cerca del final, la cabeza se expande con luz incandescente que rebalsa los hoyos, dentro del corazón humano, y una vez que el corazón esta lleno, este explota y nos ofrece nueva vida.

Un cuerpo no es un hogar, el libre albedrío no es un arte. El viento puede ayudar a una vela o rasgarla. Muéstrame una piedra angular, y será esta la piedra que otros desecharan y consideraran inapropiada, como si no fuese parte de la Tierra.

La experiencia humana puede ser una falsa guía a la verdadera naturaleza de las cosas. Ensombrece nuestra visión humanista.

Partiré al suroeste por el Atlántico y viajare a través del estrecho de la isla Belle. Tengo planeado buscar un camino bajando por el río St. Lawrence.

Diciembre 21, Tromso, Noruega

Las noches están empezando a volverse cada vez más frías. Encuentro mi mente divagando durante el día, para finalmente aterrizar al caer la noche.

Me estoy volviendo cada vez más alerta en este ciento y algo día de aire salado. El invierno se asoma en el cielo para derrotar por un momento, mi altanera sonrisa.

En la marea baja he llorado solo, mientras este gran charco me recuerda el hogar mas que cualquier otro lugar en el que he estado. Mi vida, definida por el viento.

En que estado me encuentro.

El invierno es una época para la reflexión, y con un nuevo año que se acerca, puedo sentir patrones en el viento.