Humanos...

Siempre tan complicados. Y curiosamente se lo atribuyen a su tan llamada complejidad y mente evolucionada, los muy soberbios. Y yo me pregunto: “¿Qué puede tener de complejo un animal que llega a un lugar, lo consume, lo abandona y consume todo lo del siguiente lugar que habita, y así sucesivamente?” Para mí, no mucho. Pero bueno, supongo que han sobrevivido por mas de diez mil años no solo gracias a su soberbia. Algo de interesante tendrán. En su momento me intereso mucho esto, y decidí empezar a convivir con ellos, sin que ellos lo supieran, claro está.

De todas maneras, sigo impresionado por la falta de simplicidad que estas bolsas de carne. O más bien, por la necesidad imperiosa que tienen de complicar toda su vida y ver el vaso mitad vacío, siempre. O lo que es peor, no pensar en cosas negativas y difíciles, sino no pensar de un modo más lógico.

Por ejemplo, el otro día iba yo tranquilamente por la calle y veo que en una de estas micros (”Micro-que”, si son grandotas, especialmente esas que se doblan!), hay un muchacho sentado en el asiento de la ventana, mirando con cara ensimismada, con el ceño fruncido. Me acerque a el y empecé a oír sus pensamientos. Estaba analizando su entorno, intentando inútilmente separarse de el. Al parecer él estaba demasiado preocupado de esas trivialidades, por lo que se le paso el paradero en el que tenia que bajarse. A caminar se ha dicho, pequeño distraído. Tal vez si logro despegarse de su entorno, pero no le salió tan bien. Espero que no haya llegado tarde a donde tenia que ir. Me agradó el muchacho ese. Es silencioso y muy para sí mismo. Sin embargo, hasta pensar en nimiedades los perturba.

Otra vez, mientras paseaba por Las Condes por la noche, vi a una niña sentada en el respaldo de una banca en una plaza, fumando. La percibí molesta así que me senté junto a ella para darle compañía, aunque ella no pudiera verme. Sonó su celular y me di cuenta que su voz se elevó de tono, como si se hubiera asustado. También sentí que alguien se acercaba a nosotros por la espalda, así que me di vuelta, solo para encontrarme con un tipo, de mediana complexión, edad similar a esta chica y con un fuerte olor a humano, o sea, a sucio.

Viendo las melosas y estresantes reacciones de ambos en el lugar, me intrigué. Los seguí a lo que supuse era la casa de ella. Ahí, hablaron un momento diciendo cosas que no eran las más elegantes en cuanto a lo que yo sentía se avecinaba, pero hace ya muchos siglos que la humanidad perdió su elegancia, así que poco importó. El se metió a la ducha y ella se quedó sentada en el sofá del living, pensando y poniéndose exponencialmente más tensa, o tal vez era algo mas? Que sé yo.

Decidí irme, pero como supuse que algo raro iba a pasar, volví a la mañana siguiente a su casa para comprobar mi hipótesis. Descubrí que todavía no había gente en pie, pero espere, pues yo no tenía mucho trabajo que hacer ese día. Me serví una taza de café y una tostada, y empecé a desayunar (Que brillante invento esto del “desayuno”... Bonita palabra, por lo demás...). Un par de minutos después, la muchacha entra en la cocina sin nada mas que un sostén, y un pantalón de pijama que le quedaba grande. Se veía enferma, y despedía un olor muy extraño al pasar. Lo supe porque paso frente a mi. Se puso a buscar en las gavetas con apuro. Por su cara de frustración, no encontró lo que quería, aunque sabia que había pasado lo que yo había imaginado, pero nunca pensé que algo de esa naturaleza podría dejar a alguien de tan mal humor, cuando tengo entendido que todo lo que hace es lo contrario. Fue hacia el mueble donde guardaban las bebidas alcohólicas. Tomo un gran sorbo de pisco y se devolvió a sus aposentos, solo para después volver, y repetir el trago, mas intensamente. Parece que tenia sed.

En fin, ya no podía aprender mucho mas de esta persona, pues tenia asuntos que atender. Lastima. Limpié mi plato, lo guardé y me fui de ahí, y me llamo la atención que ella no se diera cuenta de que había una tostada y una taza de café flotando en medio de la cocina, frente a sus ojos. Aun me sorprende lo poco perceptivos que son estos seres.

Finalmente, un par de días después, llega una orden para mí. En la tarde de ese día, el cielo se puso rojo, cosa que no significaba nada mas que una larga tarde y noche de trabajo. Una vez mas, se me encomendó a mí la limpieza. Detesto tener que ser siempre yo el que limpia, y no el que prepara los cimientos, o el que reaviva los fuegos mundiales, o el que repone y recupera los Elementos. Después vinieron las instrucciones a través de los ladridos y maullidos de los perros y gatos, aunque yo entendía cada palabra. “Entonces es así como Él quiere que sea llevado a cabo fatídico asunto, me dije en voz alta. Así que mejor me ponía a trabajar pronto. Se me facilito mucho la tarea especialmente ahora que todos estuvieron tan pendientes del color del cielo durante el noticioso (Como sí ellos supieran que significaba, ilusos). Después de ver las noticias, todos fueron a dormir.

“Llego la hora” les decía yo a ellos mientras dormían, sentado junto a sus camas. Lentamente, se levantaban, se quitaban la somnolencia de los ojos y me miraban con sorpresa y miedo, pero nada se comparaba con la cara que ponían al darse vuelta y verse a sí mismos en sus camas, sin respiración y fríos como el hielo. Las preguntas típicas iban y venían y yo solo podía decirles: “Ya vendrá la hora de respuestas, pero por ahora tengo mucho trabajo. Con su permiso, Sr./Sra./Srta.”

Así fui pasando por cada pieza, cada casa, cada edificio, cada casa, cada ciudad, cada país y cada continente. De vez en cuando me detenía para conversar con algún gato, perro u otro animal que los habitantes de estos lugares llamaban “mascotas”. Muchas cosas me contaban, algunas tristes y otras entretenidas y graciosas. Siempre tiene alguna historia que contar estos animales. No me sorprende que lleven tantos milenios caminando esta Tierra. Estuvieron en los primeros años del mundo, y estoy seguro que estarán también en los ultimos.

Al terminar nuestra labor, todo quedó en silencio, en orden, limpio y preparado para los Siguientes. Espero que ellos no sean tan “complejos” como los humanos, pero mi sarcasmo había perdido su gracia, ahora que ya no estaban los Humanos. Lastima, también, que no tuve el tiempo suficiente para aprender de ellos mientras este mundo les fue prestado. Lo mismo paso con los reptiles gigantes. La próxima vez no será así.

Humanos...

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